miércoles, 13 de octubre de 2010

Trabajando nuestra aceptación

Muchos de nuestros conflictos son el resultado de nuestra falta de aceptación ya sea de situaciones, personas, conductas especificas, inclusive hacia con nosotros mismos.

Tan solo piense ¿Cual fue la razón por la cual tuvo su ultimo coraje o mal humor? ¿Por qué motivo discutió la ultima vez?

¿Su malestar cambio el problema y lo hizo más fácil de llevar o fue todo lo contrario?

Digamos que nuestro jefe nos regreso el ultimo reporte, en el cual invertimos 2 horas y tendremos que volver a hacerlo, generalmente nuestra primer respuesta será el enojo y si nos quedamos con esa respuesta inicial, muy seguramente haremos el reporte de mala gana lo cual nos traerá estrés lo que muy probablemente hará que de regreso a casa vayamos enojados y tal vez diciendo al aire lo incompetente que es nuestro jefe, así que al llegar a casa podremos desquitarnos con nuestra familia o bien desconectarnos de todo y ver televisión, con suerte con una cerveza o una copa de vino, cenaremos algo que no disfrutaremos y nos iremos a la cama, enojados o molestos, conscientemente o inconscientemente la emoción y los pensamientos estarán ahí.
Sin darnos cuenta nos perdimos todo nuestro día, nos perdimos de grandes experiencias, aprendizajes, risas y sobre todo nos perdimos de este momento, desperdiciamos una gran cantidad de energía física y mental enojados por una situación que no podemos cambiar, en este caso la única manera de escapar sería renunciar a nuestro trabajo, lo cual no sería lo más sensato o inteligente y muy probablemente sería una respuesta emocional... una reacción, no una acción.
De la misma manera sucede en todo lo demas que realizamos, problemas con nuestra pareja, con nuestros vecinos, con nuestros amigos o familiares. 

Al no aceptar un hecho aparte de nuestra respuesta emocional que tiende a adueñarse de nuestro cuerpo y mente es que prolongamos el disgusto y la mayoría de las veces comenzamos a discutir y a quejarnos, en algunas ocasiones inclusive lo hacemos con gente que ni siquiera estuvo presente durante el hecho en cuestión. Las discusiones suelen ser gobernadas por frases como "No debiste de..." "No hubieras..." "Siempre hace lo mismo" "Nunca me tomas en cuenta" "Tu problema es..." "Nunca me vas a entender"
Estas frases no solo terminan relaciones o generan conflictos, si no que nos crean un estado de desequilibrio interno que nos afectan en todas las áreas de nuestra vida e inclusive nos crean enfermedades físicas.

Si nuestro jefe nos pide que volvamos a hacer el reporte y decidimos aceptar el hecho, entonces no vamos a impregnar la situación con pensamientos o emociones, realizaremos nuestro trabajo de nuevo de la mejor manera, corrigiendo y aprendiendo, eso cambiara todo nuestro día y no habremos desperdiciado nada.

¿Como lograr esto? 
En realidad es más sencillo de lo que usted cree.

Lo único que tiene que hacer es olvidarse del ¿Por qué? interno
Esa pregunta será contestada con una ilusión, con un juicio de valor, una critica o una emoción negativa. De la misma manera que pocas veces se pregunta la razón por la cual llueve y simplemente acepta que aveces cae agua del cielo, comience a practicar esto en su vida diaria.
Si alguien le hace una mala cara en la calle, no se pregunte el por que, solo observe la cara.
Ponga atención cuando se hace la pregunta ¿Por qué a mi? No la conteste, hágala a un lado y continúe. 
Haga lo mismo si su pareja llego tarde a la cita o si sus compañeros de trabajo comienzan a criticarlo.

Esto no quiere decir que usted no pueda pedir una explicación a su pareja, a su jefe, a sus familiares o amigos, eso es un ¿Por qué? distinto, no tiene nada de malo pedir una explicación para que se nos aclara alguna situación.
Retomando el ejemplo de nuestra pareja que llega tarde a nuestra cita, el por que interno tendrá respuestas tales como "Siempre hace lo mismo" "No me toma en cuenta" "No me quiere lo suficiente" "No soy tan importante", es decir, nuestros miedos, nuestro ego, nuestros pensamientos contestaran esa pregunta y nada de eso es real. Cuando nuestra pareja llegue y le preguntemos ¿Por qué se le hizo tarde? tal vez nos responda que su automóvil se averío o que se quedo dormido/a, etc. Sin embargo si nosotros ya nos hemos contestado a la pregunta antes de que llegara, su respuesta ya no será tan importante ya que la emoción ya habrá gobernado nuestro cuerpo y tendrá la necesidad de salir en forma de enojo, chantaje, ira, celos, etc.

Siempre que se encuentre preguntandose a si mismo ¿Por qué? Vuelva, olvidese de la pregunta y observe lo que sucede, preste atención a lo que sucede en el exterior y en el interior, resista la tentación de hacerse o contestar el ¿Por qué? 

Quizá suene bastante sencillo y usted crea que la aceptación no puede llegar tan fácil, sin embargo lo es, lo complicado podría estar en hacernos conscientes del momento en que nos hacemos la pregunta o el momento en que nos la contestamos, sin embargo con la practica eso se hará mucho más sencillo.
Comenzara a darse cuenta de que disfrutara más su día, a sus amigos, a su pareja, tendrá muchos menos conflictos, su salud mejorara, su comida tendrá más sabor y esa copa de vino o cerveza tendrá un nuevo significado al final del día.

No tome mi palabra como verdadera, lo invito a practicar esto día a día, hagalo en todas las situaciones de su vida, inclusive en las más pequeñas, compruébelo por usted mismo.




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